Por Pedro Atienza Mínguez
En una tarde agradable, los «Valdeangueros» y visitantes que pasan sus vacaciones en el pueblo, disfrutaron y acompañaron un año más a la sagrada imagen de San Benito a su antigua morada en el paraje de la «Abadía» donde se encuentran las ruinas de la ermita de estilo gótico del siglo XIV en un entorno natural envidiable junto al río Júcar cerca de Puentetorres.
En la primera mitad del siglo XIV ya se habla de un lugar «eremita» en este lugar cerca de la aldea de Puentetorres, más tarde y ya entrado el siglo XVI se dice que la ermita de San Benito junto a la de la Virgen de Cubas gozan de gran devoción en toda la comarca, pasados los años la romería en todo su esplendor trae romeros hasta de Chinchilla, hasta que un año según la leyenda un misterioso visitante a caballo desató el miedo y el pánico entre los asistentes cuando se celebraban juegos populares como el lanzamiento de la «reja» y la romería fue decayendo, la imagen del santo desapareció, la ermita se abandonó y los últimos datos de esta celebración se sitúan en torno a 1870-1880.
Una romería recuperada en el año 2011, gracias a los trabajos de restauración y conservación de lo poco que quedada de la ermita y que llevó a cabo el ayuntamiento de Valdeganga, que tantos años, incluso siglos, estuvo olvidada, un atractivo turístico más que ofrece este paraje natural a los visitantes de esta ribereña localidad de La Manchuela albaceteña, muy frecuentado a lo largo de todo el año por grupos de senderistas y de ciclistas que tienen paso obligado por las ruinas de San Benito y que los conduce a la belleza de las hoces del Río Júcar.
Los romeros con San Benito, acompañados de «la pita» cumplieron un año más con la tradición de llevar el santo a su antigua morada, donde se celebró la Santa Misa, oficiada por el párroco de la localidad Amando López Moyano, tras un pequeño descanso se inició el camino de vuelta y la imagen de San Benito hizo su entrada de nuevo en el pueblo en una vistosa y concurrida procesión de antorchas siendo muy aplaudida y vitoreada a su llegada a la iglesia parroquial, el volteo general de campanas y la música tradicional de «la pita» pusieron el colofón festivo y romero a una de las tradiciones más ancestrales y consolidadas de Valdeganga.