Julio Martínez
El primer mensaje que he leído de un amigo que es del Alba, pero no mucho, ha sido que si en serio había perdido el Albacete jugando contra diez desde el minuto 39. Es la pregunta típica de alguien que sigue el fútbol, pero no sigue la actualidad del Alba como un fanático. A este amigo le diré que es curioso lo de este Albacete de 2020. Cuando su rival se queda con uno menos en la primera parte le entra más miedo que tranquilidad. Miedo a que 10 tíos le ridiculicen. Sería, y ha sido, la penúltima vez. ¿Tranquilidad? Cuando el partido acaba en empate. Miren, la realidad es que el Albacete de López Garai no ha estado cerca en ningún momento de llevarse el partido contra un Lugo en desventaja, pero que tiene una propuesta. Mejor o peor, pero la tiene. Este Alba, que ya es el Alba de López Garai, y que enseñó los dientes con su llegada, se ha relajado. Está cómodo y no propone nada. No juega a nada. Es aburrido hasta jugando contra 10. Este Alba es una pena.
Jugando contra diez desde el minuto 39, no ha sido capaz de inquietar a cualquier lucense que estuviese dándole un trago al café. Aun así, cuando el Lugo se ha puesto por delante, el Alba nos ha venido a decir que no pasa nada, que hay “tiempo por delante”. Desde el 39 con diez, pero hay tiempo por delante cuando se te adelantan en el 85. Con diez jugadores, #quenosonpocos. El único que tiene tiempo por delante es Tomeu Nadal, que ha vuelto a ser el culpable de que el Alba no se lleve tres de camino a La Mancha. No lo valoraremos hasta que se vaya. Porque si se hubiese ido este año, ¿quién sería el inquilino de la portería? Es un milagro que Tomeu siga en este Alba y es un milagro cada vez que escuchamos la palabra Tomeu por la televisión. Insisto, y pensando en las personas, Tomeu tiene tiempo por delante. Espero que sepa aprovecharlo. Aquí ya ha conquistado y demostrado que es el mejor portero de la historia del club. Ojalá y se quede, pero merece algo mejor. Merece compañeros que vayan a por el balón como va él. Con la cara y el pecho descubierto. Enseñando el escudo. Escudo que no está en propiedad del club, pero que bien podrían alquilarle a Tomeu. Así está este Alba. Tiene tiempo por delante. Igual, si se esmera, hasta recupera el escudo.
No hay otro como Tomeu Nadal en este Albacete. No está ese tío que arrastra. En todos los equipos tiene que haber un crack, uno de estos gandules que no presiona ni en la barra para pedir una cerveza pero que se la acaba bebiendo gratis y hasta se va acompañado a casa y ni ha sudado. Pero también tiene que estar el picapedrero. El que pelea cada hielo del cubata. El que rasca un cigarro en la puerta del tugurio. El que llama hermano al portero pero no sabe si es de Bosnia o de Alcadozo. Está Tomeu Nadal y está Alberto Benito. Desde Jonathan y Tarantino no se conocían jugadores cazadores en el club. Claro que estos dos lo compaginaban con un rendimiento más que aceptable en el campo. En el de fútbol, claro. Benito, excelente compañero –me consta-, está viviendo un calvario. Alguno de sus pases no los podría controlar la barriga del Homer Simpson que neutralizaba cañones. Y Arroyo, en el banquillo. El mejor Arroyo de su historia. El Arroyo que hasta debutó como goleador. El Arroyo que, comprometido como siempre, ha dado un paso más en su fútbol y uno menos en su ambición por ser líder. Hay futbolistas cuya función es ser secundarios. El Arroyo actual tiene que jugar siempre.
Lo del Alba es simplemente curioso. Es el curioso caso del Albacete. Y ya está. Es curioso que siempre se haya elogiado de alguno de sus jugadores lo del golpeo de balón, acuñando la tontería del “guante”. Mientras, se han omitido otras virtudes bastante más eficientes para el equipo. Con Álvaro Jiménez pasa lo contrario. Elogian de él aspectos en los que no solo no destaca sino que es deficitario y obvian cada balón que cuelga. Cada uno es un gol regalado. Lástima que Zozulia ahora no sea titular. En fin, que alguien ha decidido en el Alba que los balones los ponga en el área Fran García y Alberto Benito. Grotesco.
Luego está el caso de Chema Núñez, que ha sido el vehículo del club para salvar este verano paupérrimo y que no contó ni con Lucas ni ahora con Aritz. Que sale 15 minutos a ver si tiene suerte y le cae alguna. Chema es el mejor con diferencia. Hubo un momento del partido que iba conduciendo y tenía que decirle a los compañeros “chaval, que estamos en descenso y jugamos contra 10, vamos a por ellos”. Literalmente alentaba a sus compañeros a ir hacia delante. Claro que Chema olvida que está en el Alba, que es una piscina de Teruel. Es la tranquilidad, pase lo que pase. Contra diez o con diez.
El Albacete fue el que nos engañó con la llegada de López Garai y no el propio López Garai. Los jugadores apretaron el culo para ganarse su confianza, pero en cuanto la ganaron se echaron a dormir. De ahí que el equipo esté ahora en una deriva casi peor que la última de Ramis o la de Lucas Alcaraz. La visita a Lugo ha sido valleinclanesca. El Alba necesita otra vuelta de tuerca. Algunos ya señalan a Mario Simón. Es pronto, o tardísimo, para pensar en cambiar el banquillo. Los que no van a cambiar son los que se ponen las botas, pero el que esté en el banquillo sí puede hacer que unas botas se gasten más que otras. Y rechina mucho que haya jugadores sin sudar y otros que se duchan rápido para buscar la foto y ponerla en Instagram. El Alba no tiene tiempo por delante, por mucho que quieran vender. El Alba tiene un problema muy grande. Tiene presuntos goleadores que no meten goles y presuntos jugones que no crean juego. El Alba solo tiene a Tomeu Nadal, que es insuficiente para salvar un partido contra diez tíos. Eso necesita el Alba, diez tíos. De momento solo hemos visto a uno, a Tomeu Nadal, que es el único que tiene y merece tiempo por delante