Pocas veces ha ganado el Albacete en La Romareda, a pesar de ser bastantes las veces que ha visitado el campo del Real Zaragoza. Pero en la temporada 1992-93 consiguió el triunfo en un partido muy especial, ya que fue el siguiente que jugó la plantilla del conjunto manchego tras el triste fallecimiento del delantero panameño Rommel Fernández en accidente de tráfico.
El equipo entrenado por Víctor Esparrago, que había sustituido a Julián Rubio, trataba de salir de la parte baja. Tras la jornada 31, disputada el 2 de mayo de 1993, el Albacete era antepenúltimo con 21 puntos, es decir, en puestos de promoción. Entonces los que acababan en los puestos 17 y 18 jugaban una promoción con los que quedaban 3 y 4 de Segunda, unos por mantener la categoría y otros por ascender. El Alba había cosechado tres derrotas consecutivas y sufría un tremendo mazazo cuando el 6 de mayo se producía el fallecimiento de Rommel Fernández al estrellar su Toyota Celica contra un árbol en la antigua carretera que entonces unía la capital con la localidad de Tinajeros, donde los jugadores iban a comer con cierta asiduidad.
Obviamente el partido correspondiente a la jornada 32, en la que el Athletic de Bilbao visitaba el Carlos Belmonte, quedó aplazado, así que la siguiente vez que el Alba jugó fue en la jornada 33, el 16 de mayo de 1993, en La Romareda contra un Real Zaragoza que quería pelear por Europa, pero se había descolgado al tener 31 puntos y estar a seis del Atlético de Madrid, que como sexto clasificado marcaba el final de la “zona UEFA”. Recordamos que esa campaña las victorias valían dos puntos, el campeón de liga disputaba la Copa de Europa, el campeón de Copa la Recopa y cuatro equipos se clasificaban para la Copa de la UEFA.
Todavía no se había implantado la numeración fija en los jugadores y utilizaban del 1 al 11 en cada partido. Como homenaje a Rommel, ese día el Albacete no lució el 9 en su alineación y Antonio López Alfaro jugó con el 18. Los jugadores del conjunto manchego mostraron en todo momento una ambición y unas ganas tremendas por conseguir un triunfo que dedicar a su compañero fallecido, un jugador que a pesar del poco tiempo que llevaba en Albacete, pues jugaba cedido por el Valencia, se había ganado el afecto de compañeros y aficionados, acumulando siete goles en los 18 partidos en los que había participado. La victoria fue, además, la primera que lograba como visitante el Albacete esa temporada.
El Real Zaragoza, curiosamente entrenado por el mismo técnico que ahora mismo ocupa su banquillo, pero con 27 años menos, Víctor Fernández, estaba ya compuesto por una serie de grandes futbolistas que provocaron una etapa de éxitos para el equipo aragonés, que la siguiente temporada ganó la Copa del Rey y la siguiente la Recopa de Europa, con aquel recordado gol de Nayim.
Ese día Víctor Fernández formó con: Sánchez Broto, Belsué, Sergi, Juliá, García SanJuán, Santi Aragón, Poyet, Franco, Lizarralde, Higuera y Pardeza. También jugaron Moisés y José Aurelio Gay.
En el Albacete, Víctor Espárrago jugó con Balaguer, Coco, Líbero Parri, Santi Denia, Sotero, Zalazar, Chesa, Manolo, Bossio, Dos Santos y Antonio. También jugaron Menéndez y Pinilla.
El colegiado del encuentro fue Sánchez Moreno, que expulsó por doble amarilla a Juliá en el minuto 44. También amonestó a Sánchez Broto, García Sanjuán, Lizarralde; Santi Denia, Sotero y Zalazar.
Ese partido tuvo varias efemérides, entre ellas que fuera el partido 50 de Antonio López Alfaro en Primera, siempre con el Albacete Balompié. También Pardeza cumplió 200 partidos en Primera con el Zaragoza.
El Zaragoza no hizo un buen partido y, sobre todo en la segunda mitad, fue superado por un Albacete que lo intentaba todo para conseguir el gol, pero el balón no quería entrar. Dos palos y la actuación el internacional sub-21 Sánchez Broto, ese día sustituyendo al habitual Cedrún. Pero tanto fue el cántaro a la fuente que, en un robo en el centro del campo, ya en el minuto 89, Pinilla aprovechó que un jugador del Zaragoza se había tirado al borde del área para perder tiempo para evitar el fuera de juego, entró en diagonal y aunque su disparo cruzado no fue el mejor, si que acabó entrando en la portería local.
Pudo el Zaragoza evitar la derrota ya en el 90, en una falta tocada en corto para Aragón. El mediocampista del equipo maño lanzó un potente disparo que por fortuna pillo a Balaguer bien colocado y, a pesar de la dureza del mismo, lo atajó en dos tiempos para evitar males mayores. El Albacete ganaba por 0-1, lo hacía de forma merecida y se lo dedicaba a Rommel Fernández, cuyo espíritu de lucha estuvo presente durante el partido en toda la plantilla del conjunto manchego.
{gallery}/Alba_19-20/vintage/16-Zaragoza/imagenes/{/gallery}