La semana pasada comenté en este mismo espacio lo que veía a mi izquierda y a mi derecha, las sensaciones que me a mí me inspiraban las actitudes de cada uno de los cabezas de cartel que concurren a las Elecciones Generales del puente de San Juan, esas Elecciones que no son una segunda vuelta, aunque algunos se empeñen en decir lo contrario, porque de ser así, que no lo son, los únicos partidos que podrían concurrir serían los más votados en diciembre, a saber, PP y PSOE.
Si toca pasar otra vez por las urnas es porque Mariano Rajoy se echó a la bartola desde la misma noche del 20 de diciembre y se pasó tres meses pasando palabra y jugando al fallo como un mal delantero, y porque Pablo Iglesias hizo todo lo posible y lo imposible con tal de no sumar su SÍ al del PSOE. Para él, para ellos y ellas es mucho más interesante salirse con la suya que aliarse con el PSOE, mientras que los problemas de la ciudadanía quedan pospuestos en favor de las estrategias electorales.
Ante este panorama y evidentemente desde mi punto de vista, sinceramente creo que lo único sensato que se puede hacer es premiar con nuestro voto al único candidato que intentó que estas Elecciones no se celebrasen. Empeño en el que se dejó un buen puñado de pelos en la gatera, tras el acuerdo con el partido del ciudadano Rivera, que en su calidad de partido bisagra lo mismo gira hacia la derecha que hacia la izquierda.
Acuerdo, pacto o declaración de intenciones que fue aprovechado por los que no han dado un palo al agua en este tiempo y tampoco han movido un dedo para alcanzar un acuerdo, para repartir estopa a diestro y siniestro tratando de pescar en río revuelto, confluencias incluidas.
Haríamos bien, creo yo, en premiar a quien desde el primer día está poniendo encima de la mesa temas que ocupan y preocupan a la ciudadanía. Porque hablar de cómo se financiarán nuestras pensiones en un futuro cada vez más cercano, hablar de la necesaria reforma constitucional, hablar de la lucha contra la precariedad laboral, hablar del salario mínimo interprofesional, hablar de la violencia de género y de tantos y tantos temas que ha puesto sobre la mesa de debate Pedro Sánchez, es hablar de lo que le preocupa a la sufrida ciudadanía, mientras que otros parecen seguir viviendo en los mundos de Yupi y andan prometiendo bajadas de impuestos, ya sea en directo o en diferido, mientras que en Bruselas están contando los días para llamar al presidente que resulte elegido para leerle la cartilla de los recortes.
Es cierto que la política tiene mucho de estrategia, pero también tiene mucho de acción, responsabilidad y coherencia. Pedro Sánchez ha demostrado ser un buen estratega, ya que sigue vivo después del pasado 20 de diciembre, incluso hay quien piensa que está más vivo que nunca. También ha demostrado ser un hombre de acción, al no dudar en aceptar el encargo del Rey de intentar formar gobierno, sabiendo que la tarea era poco menos que imposible, como al final ocurrió, porque las sumas no daban lo que tenían que dar y la única que daba ya se encargó Pablo Iglesias de poner el signo de restar tras la primera y única reunión, y es que hay siempre gente que va con la calculadora en la mano, por si acaso.
Pedro Sánchez, además, ha sido responsable al intentar formar gobierno. El país lo necesitaba, la sociedad lo demandaba y a nadie le apetecía pasar de nuevo por las urnas. ¿Cómo va a ser posible que ese ejercicio de responsabilidad no sea recompensado en forma de votos dentro de poco menos de quince días? ¿A qué no?, pues eso, ya sabes…
Y Pedro Sánchez también ha sido coherente al no permitir con su voto, con nuestro voto, que Rajoy y el PP siguieran al frente del Gobierno que más daño ha hecho a la ciudadanía española en muchos años, validando de paso todos los procesos de corrupción que salpican al PP. Coherencia que quedó ratificada, cuando tampoco aceptó ser presidente a cualquier precio, y más si ese precio incluía el referéndum de autodeterminación en Cataluña, condición sine qua non, para que Iglesias y sus confluencias se sentasen a negociar, aunque ahora lo niegue y diga que no hay líneas rojas insalvables.
El tiempo pasa y ahora toca decidir de nuevo. El debate aclaró poco, salvo que Pablo Iglesias se ha comprado una nueva camisa, esta vez hecha con pieles de cordero, que Rivera se sigue creyendo el centro, pero del universo, que Rajoy hace de gallego allá donde va y no se sabe si sube o si baja y, por momentos, hasta pareció aburrirle lo que allí ocurría, y que Pedro Sánchez se encuentra ahora más fuerte y seguro que en diciembre, debe ser que la lucha diaria curte de lo lindo y lucha, lo que se dice lucha, ha tenido el hombre para dar, tomar y regalar.
Va a llevar razón mi amigo Modesto, cuando me dijo el otro día que a Pedro Sánchez y al PSOE le pasa lo que al Atleti de sus entretelas, que gana a pesar de todo y contra todos, encuestas incluidas, pero ahí seguimos y seguiremos, en la trinchera de la lucha por los derechos sociales y contra las injusticias, y eso es lo que nos hace levantarnos cada día con ánimos renovados, a fin de cuentas y como dijo el filósofo estadounidense William James: “El optimismo conduce al poder, mientras que el pesimismo solo conduce a la debilidad”, y de débil Pedro Sánchez y el PSOE tienen lo que yo del PP, nada de nada.