“Incluso el néctar es venenoso si se toma en exceso” (proverbio hindú)
Hubo un tiempo en que el botellón hacía estragos en la ciudad de Albacete para fastidio de cientos de vecinos de la capital que, cada fin de semana, debían sortear una nube viscosa de vaya usted a saber qué tipo de residuos líquidos y sólidos para acceder a sus viviendas. Al entonces alcalde de esta nuestra comunidad, al que adornaban muchas virtudes, pero también alguna ocurrencia, Manuel Pérez Castell, no le quedó otra que trasladar la responsabilidad al Gobierno de José María Aznar por ser éste, quien, según decía, había levantado el veto a la llegada de las tiendas de 24 horas, por entonces novedad en nuestra ciudad, con permiso de `La Segunda´.
El tiempo se ha encargado de demostrar que tan molesta práctica no era culpa de las tiendas de 24 horas, sino de la falta de voluntad política de hacer frente a la misma; y lo que entonces parecía un problema de difícil solución, encontró el más fácil de los remedios en cuanto las autoridades locales -cambio de gobierno municipal mediante-, así lo dispusieron.
Viene esto a cuento porque ahora se le ha encendido la bombilla al presidente del Ejecutivo autonómico, Emiliano García-Page, sobre la proliferación de casas de apuestas en los pueblos y ciudades de nuestra ancha Castilla-La Mancha, y no parece que cuatro años después de su mandato haya encontrado responsabilidad alguna en su propio gobierno, sino en los anteriores. Quien ahora se postula como guardián de la moral on-line y del bolsillo de nuestros jóvenes, con mando en plaza regional y municipal durante los últimos treinta años, ya estaba tardando en culpar también a otro gobierno distinto al suyo.
La democracia española va entrando en una edad en la que hasta para hacer publicidad se debe exigir un mínimo de rigor, no vaya a ser que nos acostemos con un sistema de alternancia que, con sus vaivenes, ha procurado un período continuado de crecimiento económico y protección social, y nos levantemos algún día con un Matteo Salvini de turno que ponga el tablero patas arriba. Lo advertía bien, hace unos días, el alcalde de Albacete, en su visita a Los Invasores: no hagamos de la campaña electoral una especie de mercadillo de ofertas imposibles, y a qué precios, oiga.
Tras el resultado electoral del 28-A, hay algo en lo que los candidatos del Partido Popular han puesto el dedo sobre la llaga: los municipios y las Comunidades Autónomas deben ser el contrapeso al sablazo fiscal que se nos viene encima con la excusa de la transición ecológica, pero también al sablazo político que nos amenaza con la hegemonía de las fuerzas nacionalistas en el Congreso, y por ende, del condominio catalán -y vasco- sobre los Presupuestos Generales del Estado. El último borrador de las cuentas estatales, que finalmente no salió adelante, fue todo un aviso a navegantes. Por eso -y también, claro, porque hay un programa de gobierno factible, que no ha salido de ningún mercado persa-, el equilibrio lo deben dar, lo van a dar, los gobiernos de centro derecha, tanto en Albacete como en Castilla-La Mancha, o sea, de Manuel Serrano y de Paco Núñez. Y será un equilibrio necesario.