
LaLiga está dispuesta a evitar el fraude de los establecimientos públicos, principalmente bares, que utilizan señales pirata para emitir partidos puesto que suponen aproximadamente una pérdida estimada de 150 millones anuales, según ha comunicado LaLiga en su página web.
Y es que según lo ha adelantado ElDiario.es, LaLiga de Fútbol Profesional tiene permiso para acceder al micrófono del móvil de aquellos usuarios que tengan instalada su aplicación para detectar fraudes en cualquier bar o establecimiento. Siempre que el propietario del dispositivo tenga aceptada una política de datos de la propia app, LaLiga puede acceder por control remoto al micrófono y detectar si la señal que se utiliza para ver el partido es ‘pirata’.
Además del micrófono, LaLiga puede determinar la ubicación exacta del establecimiento a través de la geolocalización del teléfono. Según aclara eldiario.es, además de que el propio usuario debe dar permiso aceptando la política de datos de la app para lo explicado anteriormente, LaLiga no accede a los fragmentos de audio captados por el micrófono. El sonido simplemente se convierte automáticamente en una señal a modo de código binario que un sistema informático puede detectar como fraudulento, sin guardar ninguna grabación ni contenido del dueño del teléfono en ningún caso.
LaLiga ha asegurado que la piratería causa pérdidas de más de 150 millones de euros, por lo que ha introducido esta medida para combatirla. No obstante, no ha aclarado la fecha exacta de cuándo entró en funcionamiento este mecanismo.
A través de la última actualización de la app, LaLiga informa al usuario de las nuevas políticas en estos términos: «Haciendo click aquí, aceptas que LaLiga trate tus datos personales, incluyendo los obtenidos por medio del micrófono de tu dispositivo móvil y el geoposicionamiento, para detectar fraudes en el consumo de fútbol en establecimientos públicos no autorizados».
En un comunicado, LaLiga ha confirmado la noticia, contextualizando todos los puntos y dejando claro en todo momento que los fragmentos de audio emitidos por el micrófono del teléfono se convierten en código binario y no tienen acceso a ellos.
