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La thermomix de Mauro Pérez (Opinión)

Todavía no ha muerto nadie, pero la pesadilla del Albacete va a por el cuarto episodio. Todos salen indemnes. Es el cine de terror ‘friendly’ de la factoría Skyline. La cerveza sin alcohol altera más que un partido del Albacete. El equipo de Lucas Alcaraz ya no despierta ni siquiera ira. Ni pena. No despierta. Está muerto, pero todos siguen vivos. Mauro Pérez se ha disfrazado de Rafiki, el del Rey León, y presenta cada cachorrito como Ramón García contando los pescaditos que habían cruzado los troncos locos del Grand Prix.

La desidia de este equipo va en aumento, pero todo se puede disfrazar con un -ismo al final. Es la moda en Albacete. ¿Debuta Boyomo? Boyomismo. No sé si llegó a existir también el Erguismo, pero la única peña que falta por registrar es la de los tontismos. Que además tiene un deje muy albaceteño. Lo que el año pasado era el ‘unocerismo’ se ha convertido en un derrotismo trufado de falsa ilusión.

La plantilla de Mauro Pérez se ha cocinado en una thermomix. Demasiados elementos caducos y pocos aditivos que le den sabor a la receta. Hay que ser valiente para dar un vuelco en una situación complicada, pero la cuadrilla que gestiona los desmanes de la propiedad se ha instalado en una endogamia con un tufillo semiprofesional que ha contaminado a la parroquia albaceteña demasiado pronto. Es imposible encontrar elementos positivos en la confección de este año. Lo peor es que pasa otra semana y seguimos sin noticias. Y sin puntos. Y sin goles.

El discurso mejorado del relato oficialista es el de la valentía de Lucas Alcaraz por haber dejado fuera a Arroyo y a Alberto Benito. ¿Valentía? Según la masa ‘bot’, sí. Lo que es de verdaderos valientes es ponerlos de titulares cada fin de semana, pero en Albacete la lógica se ha quedado en fuera de juego, como Alfredo Ortuño. ¿Qué pasa con Alfredo Ortuño?

El canterano, que dio sus mejores años fuera y que regresó recogiendo las migajas de una carrera más que potable, es el delantero tanqueta típico del periodo estival. En pretemporada lidera los rankings de físico y destroza los medidores de potencia, pero luego en el campo está derrengado. Como le contó Ronaldo –el gordo- a Valdano, los delanteros no tienen que irse a hacer cuestas a La Pulgosa para estar a punto. Los delanteros tienen que jugar al fútbol. Y en esas estamos. Cero goles y menos ocasiones.

Es verdad que es muy pronto y que el margen de mejora es del 100%, aunque todavía puede ser peor. Puede seguir Mauro Pérez echándole alimentos que caducaron la temporada pasada a su thermomix y puede continuar Lucas Alcaraz sin levantar la voz. El mejor ejemplo es el de Javi Gracia en el Valencia. Se llama tener dos cojones. Con gatos no se puede ir a cazar. Nadie defiende, nadie genera fútbol y nadie mete goles. Hasta Tomeu se ha contagiado de la falta de orgullo y de confianza.

Recuerdo que hace unos años la mejora de un Albacete en caída libre llegó en casa frente al Oviedo. Confiemos en que la retahíla de mensajes del ‘Mr Wonderful’ del Twitter pase a ser un hilo de nombres que reciclen el equipo. Falta un futbolista por línea y depositar la confianza en que los lesionados apunten más alto que sus currículums. No tiene por qué no ser así, pero la expectativa está por los suelos. Será que la del Fuenlabrada tampoco era nuestra Liga.

Julio Martínez