El ciclo histórico de la relación entre padres e hijos ha cambiado notablemente, la situación económica, ruptura del matrimonio, separaciones, divorcios, y el paro, hizo posible que ambos cónyuges buscaran solventar la economía familiar, buscando una nueva relación sentimental, o un trabajo, con evidente olvido de la educación y asistencia de los hijos.
L crisis económica y la ruptura del matrimonio ha hecho aparecer la figura del abuelo como necesaria e ineludible como solución final ¿quién pensaría hace años que los abuelos tendrían el protagonismo que ahora tienen? ¿Alguien en su sano juicio se hubiese atrevido a pronosticar que el abuelo llegara a llenar el vacío producido por la ausencia de los padres?
Rota la unidad familiar, a los padres no les queda más solución que acudir a sus propios padres, o bien con los niños o bien pidiendo compañía y asistencia económica, pero siempre descargando sobre los jubilados esta nueva obligación, sin que a estos se les escuche una palabra de protesta o desanimo todo lo contrario, lo aceptan generalmente con agrado, pues en muchos casos significaba un poco volver a su época cuando educaban o cuidaban a sus propios hijos
¿Cuántas escenas llenas de emotividad ver a los abuelos con paso cansino, a primeras horas de la mañana, estirando de los niños, aun adormilados, llevarlos al colegio, para horas después recogerlos, ¿cuántas escenas cargadas de ternura se contemplan en plazas y parques con los abuelos cargados con las mochilas y los pequeños correteando en su entorno?
Mirando un poco hacia atrás, a principio del siglo XX, estos hechos no ocurrían, porque los abuelos no se jubilaban como ahora, oficialmente a los sesenta y cinco años, entonces, la jubilación llegaba cuando las fuerzas no daban más de sí, cuando estaban para el arrastre, cuando no podían dar más de sí, a muy poco tiempo para entrar en la caja, no precisamente en la de ahorros.
Pero esta relación no es siempre de color de rosa y tan sonriente como les estoy contando, hay y cada día más situaciones de amargura y tristeza cuando uno de los padres como resultado de la ruptura del matrimonio se venga de los abuelos negando, e impidiendo que tengan el menor contacto con los pequeños, produciendo daños de difícil enmienda afectando muy notablemente a los jubilados, por esa separación en la que no han tenido arte ni parte.
Hay varias sentencias que han tratado de arreglar esta injusticia como es la de prohibir por parte de los padres que los abuelos tengan cualquier contacto con los nietos. Recientemente un Tribunal Superior ha dictaminado, corrigiendo al Juzgado de Instrucción, que los abuelos se subrogan el derecho que tenía su hijo fallecido, tanto en lo relativo a la custodia como a las visitas con los niños, restableciendo un derecho que le habían negado a los abuelos.
Se conocen muchos casos donde el intento de hacerse daño entre las parejas rotas, intentan que afecten, a los que ninguna culpa tienen, los abuelos, negándoles el menor roce o contacto con los pequeños, como si ellos fuesen responsables de su fracaso matrimonial.
Por último, permítanme que personalice en este asunto de hoy, lo felices que somos disfrutando con los nietos, aunque la distancia haga que el contacto sea muy de tarde en tarde, pero cada vez mas entrañable.