“Vivir es tomar decisiones y asumir las consecuencias” (Paulo Coelho)
ADOLFO JMF
Con el cuerpo electoral urbano hecho unos zorros y en posición de castigo permanente, -y tan fragmentado, que ni tan siquiera los estudios de opinión se atreven a poner una mano en el fuego-, a los partidos tradicionales no les queda más remedio que fajarse por el disputado voto del sr Cayo, ese que puebla el ochenta por ciento del territorio castellano-manchego, por ejemplo, y que se antoja decisivo en las circunscripciones pequeñas, donde se dilucidan menos de seis escaños al Congreso.
Como en la premonitoria novela de Miguel Delibes, los políticos tienen que destapar el frasco de las esencias urbanitas en el angosto Medio Rural para captar el voto de la España inmaterial y agrícola, ganadera y conservacionista, la del Retablo como Bien de Interés Cultural, la de jara y sedal, la de la carne de caza, la del Hombre y la Tierra, la de las tradiciones y las procesiones, la de Frascuelo y de María, la que sabe más por vieja que por diablesa, la que disfruta de un buen sistema público de pensiones, ese que no son capaces de salvaguardar desde el novedoso puzzle político actual –tan jóvenes, ellos y ellas-, a través del Pacto de Toledo. Les resulta más rentable aventar a la extrema derecha con las múltiples exhumaciones a Franco, dónde va a parar.
Con el cuerpo electoral urbano alterado y díscolo, resabiado de continuo por la carga impositiva y los tarifazos al Sol, por el incremento del déficit estructural, toca a los políticos echar el resto por la España de la parroquia y de las aldeas, la de las zonas más desfavorecidas, la que resiste a duras penas el paso del tiempo, la que no frena la emigración de los jóvenes, la de la despoblación, la que tanto cuesta conectar por Autovía. Nunca el disputado voto del Medio Rural tuvo tanto relieve como en las próximas citas electorales que se nos avecinan.
Y con las cartas ya puestas boca arriba, tiene todo el sentido electoral, por inaudita que parezca, la proclama del presidente nacional del PP, Pablo Casado, de apelar al sufragio útil en las circunscripciones más pequeñas, como es la de Albacete. Pues al final, sólo dos modelos podrán manejar el BOE durante los próximos cuatro años, quizás ocho: Sánchez y sus confluencias supremacistas (Torra, Rufián, EH Bildu); o Casado y Rivera, y acaso Malú. El destrozo que puede ocasionar la primera opción a la unidad de España, a la vertebración territorial, y al sistema de protección social de todos los españoles puede dejar pequeño el agujero de Zapatero en 2010, y el primer aviso serio fue ese borrador de PGE que castigaba con saña a la provincia de Albacete y a Castilla-La Mancha, con el silencio cómplice de los socialistas locales y la honrosa excepción del ex presidente Barreda, ya en la puerta (de salida, se entiende. En la giratoria, la del IE Africa Center, está desde el minuto uno la primera dama socialista, pero todo muy feminista, eh).
Si la España que sabe a pueblo opta por la Constitución del 78, por el crecimiento económico, la creación del empleo, y por el reforzamiento del Estado del bienestar, tendrá que pensar muy bien el voto en esas 26 provincias con menos de seis escaños, pues la fragmentación del centro derecha sólo beneficia a uno, en este caso, a quien ya parece en disposición de capitalizar el voto desencantado de aquellos jóvenes indignados del 15-M de 2011, hoy menos jóvenes, pero no por ello menos indignados y en disposición de votar a Vox por no haber sido llamados al alboroque del líder adventista del 23 de Marzo, mi casoplón es el tuyo, que va a ser que no.
El futuro Gobierno de la nación se decide, esta vez, en la España rural, y por muy pocos votos. Dos Españas y una sola Ley Electoral. Demasiado en juego, nuestro futuro, el de nuestros hijos, como para dejarlo exclusivamente en manos del Tribunal Supremo.