“Un dilema es un político tratando de salvar sus dos caras a la vez” (John A. Lincoln)
Esto de los viernes al Sol -que más calienta-, con un Consejo de Ministros tirando de veta -ya en vísperas de unas elecciones generales-, es otra de las cosas por la que urge en España una reforma de la Ley Electoral que regule no sólo el uso y el abuso de un presidente que lanza la casa por la ventana con dinero público -ese que no debe ser de nadie, según Carmen Calvo-, con las Cortes ya disueltas, y a mayor gloria de su infame Canal 24 horas de TVE, sino también la elección de la fecha de una convocatoria que nunca debiera darse con un tiempo inferior a los tres meses, cuando hubiere ya otra programada con anterioridad, como es el caso que nos ocupa, las del 26 de mayo, autonómicas, locales y europeas. De la misma forma que está contemplado por ley el día de reflexión o la publicidad institucional, esto que digo ya va corriendo prisa, también, junto a la limitación de la poderosa influencia para conformar gobiernos en España de aquellos que no quieren saber nada de la ídem.
Este ejercicio de desahogo ilegal de Pedro Sánchez, aupado a la Presidencia del Gobierno por los corruptos del tres per cent, corona sus nueve meses de freno y marcha atrás de la hasta hace poco milagrosa recuperación económica de España, con un despliegue de talonario y tentetieso sólo equiparable al incremento de altos cargos públicos que jalonan una gestión que empezó con la solidaridad a golpe de Telediario a bordo del Open Arms -qué orgía de cámaras de televisión, minuto y resultado, gol en Las Gaunas, ¡aquellas tardes de radio!- y terminó con un borrador de Presupuestos Generales del Estado que lo eran todo, menos Generales y del Estado; un documento presupuestario diseñado para comprar las voluntades de los chulapos rufianescos que tienen por costumbre salir a merendar con Teresa, en la tardes últimas de la Barcelona que novelara Juan Marsé.
Donde no ha alcanzado la política, alcanzarán los jueces, pero embridar el procès no debe quedar sólo en manos del Tribunal Supremo que, por supuesto también, pues si al final sólo queda el Poder Judicial como garante de la Constitución del 78 y de la unidad de España, llegará el día en el que el ambicioso de turno y los separatistas de siempre, abran el melón legislativo de un Estado asimétrico donde las dos Castillas, más Andalucía y Extremadura sean las convidadas de piedra de un sistema de españoles de primera y de segunda.
Lo hemos visto en el reciente borrador presupuestario, tan jaleado de moqueta para afuera por los socialistas locales, diciendo Diego donde decían digo en las manifestaciones anti-Rajoy, con la excusa de la A 32 entre Linares y Albacete. Nunca unos dirigentes políticos de esta provincia han quedado tan señalados para la historia dando por bueno no ya el engaño del Trasvase – que iba a pasar a mejor transición ecológica-, sino también esas cuentas que sólo querían blanquear el pulso separatista, a costa de laminar el desarrollo de Castilla-La Mancha y, más concretamente, de la provincia de Albacete.
Así que, ya está bien de tomaduras de pelo. Ni la fecha electoral, ni los decretazos al Sol de un gobierno en la prórroga, ni un borrador de Presupuestos que era un atentado a la cohesión territorial -además de un canto al déficit estructural sobre el que alertó Bruselas, el Banco de España, la AIRef, y el Instituto Económico de Empresa-, pueden sostener por más tiempo esta broma pesada de Pedro Sánchez y sus amigos aireando por el Canal 24 horas las ocurrencias que cuelga la gente en twitter, o pavoneándose ante los jueces del Supremo como si estuviéramos sorteando campo en los prolegómenos del Clásico.
Lo de Pedro Sánchez y sus socios de las camisas pardas, -que luego van de divinos y muy, muy sociales-, con esta cabalgada de propaganda política a lomos del BOE, la Tele pública y los decretos al Sol con un dinero público que no debe ser de nadie, no lo aguanta por más tiempo la actual Ley Electoral. Ni España, claro.
ADOLFO JMF