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José María, te has cargado el Trasvase

Las muchas promesas disminuyen la confianza. (Horacio).

Todavía, en este día, no se sabe bien qué quiso decir José Bono con ese piropo endemoniado que lanzó a su sucesor en el cargo, José María Barreda, ex presidente socialista de Castilla-La Mancha, en la medida que el otrora líder carismático de los socialistas manchegos, a la sazón ex ministro de Defensa con Zapatero, no daba puntada sin hilo.

Pero aquella frase de “José María, te has cargado el Trasvase” no ha dejado de ser desde entonces una espada de Damocles que ha pendido sobre la cabeza de todos los aspirantes socialistas al trono autonómico pues, por mucho que se guardara el comodín de “tal y como lo ideó la Dictadura” -sería para no pillarse los dedos -, en poco han cambiado las cosas, ni tan siquiera la pertinaz sequía que hace del sureste español un espejo del Desierto de Arizona que va engullendo a la provincia de Albacete, con sus cactus y todo, pese a las fotos in extremis de Miranda y compañía con el glifosato político por las cuestas de Tobarra.

Diez años después de aquella frase, podemos decir sin temor a equivocarnos que José María no sólo no se cargó el Trasvase, sino que el Trasvase se cargó a José María, como también se va a cargar al actual presidente de la cosa autonómica, Emiliano García Page -con la inestimable ayuda del flamante líder del PP castellano-manchego, Francisco Núñez-, y así pasará la vida, por dos cuestiones fundamentales: Una, porque al PSOE regional y nacional no les interesa perder la que ha sido su principal herramienta política en los últimos cuarenta años, la llamada guerra del agua; y segunda, porque no por franquista –aunque planificada en la II República – deja de ser una gran obra de ingeniería hidráulica del Estado, a la espera tan sólo de ser reorientada con un Plan Hidrológico Nacional, como el que estuvo a punto de fructificar hace tan sólo unos años.

Las palabras de Bono habría que enmarcarlas dentro de su doble discurso que tan buenos resultados le fue dando en los caladeros de la derecha, capaz de comulgar con rosquillas de anisete en la parroquia vallecana de San Carlos de Borromeo y de besar, a su vez, el anillo de la curia romana; o de llamar a la lucha de clases en los congresos de la UGT y a continuación quitarse el sombrero y el reloj para regalárselo, entre lágrimas que me las creo, a los empresarios. Tenía labia para todos y para todo y le fue bien, pero no podrá quitarse nunca el estigma de haber sido ministro del presidente que tardó cero coma en derogar un PHN que tenía el consenso del 80 por ciento del Consejo Nacional del Agua, que se dice pronto, incluido el del propio Bono y, claro, los sectores sociales –civiles, militares y religiosos- , sindicales y económicos de la Comunidad Autónoma de Castilla-La Mancha. Eso sí era talante y no lo de ahora.

Hubo un tiempo en el que el PSOE creía en Europa, y no en ese cateto-palurdismo balcánico (“Lo que vemos en España con Cataluña ya lo vimos en Yugoslavia”, Madeline Albright, ex secretaria de Estado de EEUU e impulsora de la intervención en Kosovo, acaba de publicar un libro que describe el fascismo como una forma de alcanzar el poder fomentando la división social); digo que hubo un PSOE que creía en Europa, y ese hermano mayor de Bono hasta que partió peras por el trazado del AVE, el eurodiputado Juan de Dios Izquierdo, lanzó la propuesta de traer agua desde el norte al sur de Europa, con una red de trasvases que conectaba el Ródano con el Ebro, pasando por Marsella y decía que no era algo utópico, sino perfectamente asumible por la Unión Europea, que ya cuenta con una extensa red de canales navegables, con proyectos de comunicación continental norte-sur. Y apostaba por una visión continental para afrontar un problema transfronterizo que consiste en llevar agua de donde sobra a donde falta, tan básico como eso.

En vísperas de la reciente moción de censura a Rajoy –otra decisión dañina para España que, como la derogación del Plan Hidrológico Nacional, tiene su origen en el respaldo al separatismo del tres per cent – dijo el ahora presidente del Gobierno de la Plurinacionalidad que el Trasvasar se iba a acabar; y lo dijo en el sagrado Paraninfo Universitario de Albacete, acompañado de bien intencionados socialistas que, como el subdelegado del Gobierno en nuestra provincia, se manifestaban hace unos años en plataformas ecologistas por una justa distribución de los recursos hídricos, ante el escarnio de un río Júcar muerto a su paso por el Paraje de Cuasiermas. Corría el año 96, atravesábamos una sequía brutal y gobernaba el PP en España.

Tras la visita al Campus albaceteño, Sánchez llegó dos días después a Molina del Segura (Murcia) y no fue capaz de mantener el mismo discurso. Sólo habían pasado 48 horas. Es lo que tenemos. Adiós planes nacionales, adiós cohesión territorial, adiós Europa; hola división social, hola fascismo, hola Torra.

Muy recomendable el libro de Madeleine Albright, primera mujer que alcanzó el cargo de jefa de la diplomacia en su país.