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Los brotex verdes de Sánchez

Todo es soportable, salvo el desprecio (Voltaire)

La prueba definitiva de que Vox engorda a Pedro Sánchez ha sido el sonoro desprecio con el que el presunto amigo de lo público ha castigado a RTVE en favor del grupo Atresmedia, o sea, La Sexta, sólo porque este último incluía a la escisión del Partido Popular en un debate a cinco, finalmente truncado por la Justicia.

El ente público quedaba así relegado a la irrelevancia en esta campaña electoral, en favor de un consejo de administración cuya puerta giratoria quizás atraviese algún día la primera dama socialista, tras haber sentado sus reales en el Africa Center del Instituto de Empresa, una prestigiosa escuela de negocios madrileña de inspiración pública.

A Pedro Sánchez no le interesan los debates y, si por él fuera, se escondería tras la careta de Oriol&Iglesias, a la espera de que las lluvias de Semana Santa terminen por aupar la cosecha de lo que ahora mismo sólo son brotes verdes de Vox. Esos mismos brotes verdes que en 2009 nos regalara la entonces ministra socialista de Zapatero, Elena Salgado, y que germinaron en forma de recortes a las pensiones y al sueldo de los funcionarios.

Esta misma semana, dos profesores universitarios han publicado un esclarecedor artículo en El Mundo, en el que vienen a decir que en el tenis, como en las elecciones, no importan los juegos que se suman, sino los sets que se ganan; y un partido político puede sumar muchos votos en una circunscripción, pero quedarse sin escaño, que es lo que va a pasar en Albacete y otras 27 provincias más de España, donde Vox logrará juegos sin set, o sea, votos sin escaño. El gran beneficiado en estas 28 circunscripciones electorales será el PSOE.

Por eso, a lo único a lo que ya juega Pedro Sánchez es a pasar bolas con Abascal (Haz que Pase… ), y por eso mismo no le ha importado amordazar a los trabajadores de la Radio Televisión Pública Española que tanto decía defender en aquellos viernes sindicales de camisas pardas para, a renglón seguido, boicotear a Atresmedia, y terminar rectificándose a sí mismo en horas veinticuatro. Menudo cisco. Ni ha querido Sánchez un cara a cara con Pablo Casado -urge la reforma de la Ley Electoral en este sentido- ni ha pretendido nunca un debate a cuatro, al que finalmente va arrastrado por la vergüenza de haber sido corregido por los propios sindicatos de TVE, y por la Junta Electoral Central.

Ya lo dijo Ábalos: “La proximidad de los debates no van a aclarar demasiado…” salvo si está representado Vox, claro.

No parece que tenis y política sean mundos tan lejanos. Evitemos que estos juegos sin set se los adjudique precisamente quien más rehuye el debate (“Rajoy desprecia la democracia y desprecia a los españoles por no presentarse a los debates. No merece ser presidente de Gobierno”, 2015, Pedro Sánchez), porque lo fía todo a esos brotex verdes que llegarán, diez años después y si no lo remediamos antes, en forma de recortes en las pensiones, en el sueldo de los funcionarios y en el desplome del empleo. Otra vez.