Es necesario que ocurra alguna desgracia para darnos cuenta de lo insensible, inhumana y borde, que es esta sociedad en la que vivimos. Ya se sabe que la muerte es un hecho que se ha producir inexorablemente, que de ella no nos podemos escapar, que cada uno la tiene adjudicada y nada ni nadie nos podrá evitarla, pero hay muertes y muertes.
La ocurrida hace unos días en Sevilla, al joven Piotr Piskozub de 23 años, y con un peso de 30 kilos, nos debe hacer reflexionar muy seriamente sobre qué tipo de sociedad estamos construyendo y a que valores les damos más importancia.
Caritas calcula que hay más de 30.mil personas en España en las condiciones de este joven polaco, son personas sin techo ni cama abandonadas a su suerte, que se pueden ver en plazas, calles y parques de nuestras ciudades.
Que este chico en la época en que vivimos haya fallecido por desnutrición, falto de los más elementales alimentos que el ser humano necesita pone al descubierto lo falso e hipócritas que somos ¡Cuántas veces habremos pasado por su lado sin mirarle y no hacerle puto caso!¡Cuántas veces nos habrá extendido la mano solicitando una ayuda y nosotros hemos mirado hacia otro lado!!Cuantas veces lo habremos visto tumbado en un soportal o en acera de nuestra ciudad y nos hemos ido por la otra, para no encontrarlo o verlo!
Cuanto habrá sufrido el joven Piotr, en sus largas e interminables noches con el estómago vacío, y pensando,…. mañana, igual. Dicen las crónicas de Sevilla que estaba alcoholizado, que las pocas monedas que recibía las empleaba en comprar botellas de vino tinto, con el que se olvidaba de la realidad en que vivía, y no faltaran almas piadosas, que lo calificasen de borracho, y posiblemente de delincuente, antes que hambriento.
Pues sí, en nuestro entorno ha muerto un chico de 23 años, que pesaba treinta kilos, falto de la más elemental alimentación, había estado en hospitales donde le dieron el alta médica, declarándole apto para correr una maratón, asistía a un comedor de beneficencia municipal, donde según algunos compañeros reconocían, se pasaba el tiempo tirado sobre un viejo sofá, y que el ultimo día, le vieron que no tenía fuerza ni para mantener la cuchara en su mano, llegado a esa situación que otra cosa podía hacer como no fuese que emborracharse con vino peleón, para olvidar sus penas, quienes lo vieron ese último día dicen que parecía más a un preso de Auschwitz que a un joven europeo.
Nadie se preocupó por saber quién era, nadie reclamó su cuerpo o miserables pertenencias, nadie tuvo para él una última oración o pensamiento nadie le busco un lugar donde descansara su pequeño cuerpo, seguro que las autoridades municipales lo llevasen al recóndito sitio donde descansan los indigentes y desconocidos, ¿habrá alguna señal, signo, cruz o distintivo que indique allí reposan los restos de un joven polaco que murió abandonado por todos y falto de alimentos?
No se conoce hasta ahora que ninguna ONG se haya preocupado por este chico, era alcohólico e indigente, y a sus dirigentes tan finos y repulidos, este tipo de personas no interesan, huelen mal y no se duchan.
Hoy a la salida del oficio religioso al que asisto todos los domingos, me he encontrado a varios Piort solicitando ayuda, y he mirado para otro lado, que cabrones y malvados nos ha hecho esta puta sociedad.