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(OPINIÓN) El Albacete de Skyline

Por Julio Martinez

El quite del perdón de Maikel Mesa al último de la tarde en Cádiz fue un tapabocas que algunos convirtieron en leyenda de un Alba rodeado de tristes y falsas plañideras para desoír a los muchos que venían diciendo lo que había. Este atípico verano no ha sido menos, dado que los artífices del desastre del curso pasado siguen campando a sus anchas en hedor de multitudes.

El problema que venderán las miríadas de aduladores blancos es que el Español tiene a Raúl de Tomas, Diego López, Embarba o Darder, pero no. El verdadero lastre es que el Albacete no solo no se ha reforzado sino que ha ido a mucho menos. Nombres sin nombre ni experiencia. Cómo estará el club que ahora mismo no se trabaja en fichar sino en darle puerta a Zozulia, emblema del equipo -más allá de un rendimiento goleador bajo- y a Pedro Sánchez, que fue el mejor de la temporada pasada, con permiso de Tomeu. Un Tomeu que se ha tenido que quedar porque lo más que nos daban por él eran 300.000 euros. Así están los despachos.

El único fichaje vendido a bombo y platillo ha sido el de Álvaro Jiménez. El “tornado”, le llaman los ‘geeks’ de la comunicación manchega. El fichaje estrella, que vino cedido y cuyo rendimiento fue paupérrimo, más allá de un par de goles bonitos y de una recta final mínimamente reseñable. Este es el Albacete de Skyline.

Miren, para tener lo que tenemos, preferiría haber sacado a Acuña a hacer la guerra y a Susaeta a poner algo de orden antes que a chavales que no se sabe de dónde han salido y que no cuentan ya desde el minuto cero. Vamos, que hasta Erice sería un tenor en este cuadro castrato.

La felicidad y la rapidez son para los pobres de espíritu, por eso hemos de darle unos días a Lucas Alcaraz para terminar de armar un cuadro fuerte y con posibilidades de competir. No obstante, la realidad es que el campeonato ya ha empezado y lo de Cornellá se acercó más al típico amistoso en La Gineta que a un partido de fútbol profesional. En el descanso, tres cambios.

La omertá hollywoodiense que reina en el palco no augura nada. Ni bueno ni malo. Lo único que escuchamos del tal Mauro tras la debacle del ejercicio anterior fue que quería un equipo semejante al del año pasado, además de una retahíla de sandeces que solo le compran los ‘bots’ adscritos al régimen.

Está claro que es pronto para hacer un análisis sesudo de lo que acontece en el verde, porque ni Alcaraz tiene claro lo que quiere ni sabe todavía cuál será la plantilla que vea caer los primeros copos de nieve en la Ciudad Deportiva. Esos, los que lleguen al invierno, serán los que determinen el futuro a corto plazo de un Albacete que se tiene que salvar.

Eso sí, que dejen de vender la moto de que el fútbol sobrevive sin los aficionados. No, el Albacete, como tantos otros, necesita a sus abonados. Necesita el dinero de la taquilla para poder acometer según qué gestiones. Hemos pasado de un presupuesto de equipo de playoff a uno de equipo que se salvó en el último segundo con pandemia de por medio. El fútbol de segunda fila no es viable, al menos de manera profesional, sin su gente, que es, no olvidemos, la que da soporte a las tropelías de esta cuadrilla. No serán contingentes para colocar al Alba en su sitio, pero sí son necesarios. Ahora que nos venden eso de “del Alba, que no es poco”, que tengan claro que los aficionados del Alba no son pocos. Y ya les tienen tomada la medida.