Hoy en día darse una vuelva por una bodega y probar in situ sus vinos es, digámoslo así, un privilegio.
En pleno noviembre del año 2.020 viajé a Hoya Gonzalo para probar los vinos que se elaboran en la Bodega el Tanino, formada por un puñado de agricultores, que, según palabras de su enóloga, están realmente comprometida/os con su viñedo.
Tengo que resaltar el orden, limpieza y pulcritud que se maneja en esa SAT, que elabora, la nada desdeñable cifra de 2.500.000 litros de vino, entre los que solo embotella de 60 a 70.000 botellas.
Pues bien, su enóloga, Paqui Ciges Montes, en lo sucesivo, Ciges, me habló y habló de las bonanzas de una cosecha que había seguido muy de cerca, embarcándola como una sugestiva ondulación de la climatología surgida en este complicado año, pero de palabras suyas «esta cosecha del 2.020 es la mejor que he conocido desde que estoy aquí». (Y va para una década).
Me introdujo en el campo de la parte Oeste cerca y pasado de Pozo Cañada, con un viñedo apartado, que superan los 800 m. , extremo, y ¡demonios!, casi invisible a los ojos humanos. De variedad blanca.
Poco después, cuando probaba el depósito nº 8 cd. pude observar que el trabajo había compensado. Cítrico (lima, limón), afilado, austero el jodío, pero fino y no por eso dejaba de lado su ampulosidad en boca. ¡Fuera los olores a caramelo tropical! ¡Viva la altura!. ¡Viva el vino blanco para durar!. Esta uva extraordinaria, el chardonnay, que se aclimata como ninguna otra en este terreno calcáreo, hará las delicias, si cabe un poco más, una vez haya fermentado en barrica, complementándole con un toque mantecoso que le proporcionará el roble.
Saldrá a la venta con el nombre:
MOMPICHEL CHARDONNAY, Cosecha, 2.020.
Vino de la Tierra de Castilla
PUNTUACIÓN: ESTARÁ INCREIBLE: 93/100.
Coexistencia de blancos y tintos. Dejando el blanco, muy a mi pesar, y copa en ristre, le propuse a Ciges, ir directamente al grano de los tintos, que, dicho en voz baja, siempre asustan un poco y más cuando están todavía algunos en proceso de fermentaciones.
¡¡¡COÑO con el grano.!!!. ¡Qué hace esta gente para tener estos tintos tan particulares!. Su variedad reina, la garnacha tintorera, está más que claro que se ha “terruarizado”, pero lo que venía siendo un secreto a voces, es que la mayoría de edad para otras castas tintas, venidas allende los Pirineos, es una realidad sabrosssisima.
Dos ejemplos:
- El cabernet Sauvignon que tienen en el depósito, hizo que la copa se detuviera como una instantánea fotográfica, encadenando en mi trastero mental unas notas de altísima calidad. Sabroso, apegado a la tierra pues respira parte de ella, con una fruta que denota buen potencial de guarda. Que, … ¿a qué sabe? A gloria. Frutos negros, picotas, ciruelas. Con taninos redondos. Gran intensidad y muy buena acidez. Me hago cruces para que no desaparezca sin la oportunidad de un embotellado como sólo la Ciges sabe.
- El Petit Verdot. Ya saben de su maduración tardía y que en la zona de Budeos se cultiva solo en pequeñas cantidades, pero muy apreciada por su color estructurado. Pues bien, este vino que probé es, si cabe, más frutal y equilibrado, menos asalvajado, pero igualmente con el mismo crujiente de una fruta y violetas que se adueña de la copa. Vino que viene a corroborar el trabajo de estos agricultores que apostaron por el trabajo dirigido a la identidad de su tierra y viñedo. Unas personas que pueden estar orgullosas y alertas a mantener esta calidad, solo posible con el mimo y cariño a su tierra.
Joaquín Tomás Velasco.