En 1936 Charles Chaplin dirigió, escribió y protagonizo el largometraje ‘Tiempos Modernos’.
La película constituyó un retrato de las condiciones desesperadas de empleo que la clase obrera tuvo que soportar en la época de la Gran Depresión, (¿de qué nos suena esto?), condiciones promovidas, en la visión dada por la película, por la eficiencia de la industrialización y la producción en cadena.
Ahora vivimos otra clase de tiempos modernos, ahora no es la industrialización o el trabajo en cadena lo que lleva a la clase obrera a soportar unas condiciones de empleo, que no se si serán desesperadas, pero que sí son desesperantes.
La crisis económica, provocada por la avaricia desmedida de unos pocos, ha contribuido a que la mayor empresa de España no sea ni una constructora, ni una industria puntera, ni una empresa de servicios, sino que sea el Instituto Nacional de Empleo.
Y si no tuviéramos bastante con los avariciosos de fuera, nuestros gobernantes de dentro, de Castilla-La Mancha y de Albacete, con sus decisiones, han ocasionado que muchos de los trabajadores y trabajadoras de la Institución del Defensor del Pueblo de Castilla-La Mancha y del Consejo Económico y Social engrosen las filas del paro, por no hablar de los trabajadores de la enseñanza interinos, de los trabajadores de la sanidad interinos y de los trabajadores interinos de cualquier Administración Pública.
Si antes un interino tenía siempre la maleta hecha, porque nunca se sabe, ahora con nuestros actuales gobernantes en Castilla-La Mancha y en Albacete, ni siquiera tendrán la oportunidad de sacar la ropa del armario.
Igual suerte correrán las personas con contrato eventual del Aeropuerto de Albacete, del Foro de la Participación, de muchas de las Asociaciones de la ciudad de Albacete, de la provincia de Albacete y de la Comunidad Autónoma de Castilla-la Mancha, y así un largo etcétera que no merece la pena mencionar, porque ya está bien de contar desgracias.
Si el protagonista de Tiempos Modernos de 1936 se ve envuelto en una serie de acontecimientos por pura casualidad, que nos permite, a lo largo de los 89 minutos que dura la cinta, ver como se puede pasar de la locura a la heroicidad pasando por la cárcel, cualquier protagonista de un remake de Tiempos Modernos del año 2011, sin duda alguna pasaría, a lo largo de otros 89 minutos, de no saber lo que era la prima de riesgo, a conocer los entresijos de Estándar & Poor’s, de poder pagar cómodamente dos hipotecas, a participar en la paralización de su propio desahucio hipotecario, de pasar las vacaciones en el Caribe a visitar a los parientes del pueblo y de alquilar el Circuito de Velocidad para “quemar goma”, a ver las carreras por la tele y además sin cerveza ni patatas fritas.
Estos son los tiempos modernos que nos han tocado vivir; duros, difíciles, ininteligibles y desesperantes, muy desesperantes. Pero también tenemos la experiencia de que todo pasa, de que no hay mal que cien años dure, de que todo al final se arregla, de que los avariciosos algún día, ya satisfechos, dejaran de serlo, de que los gobernantes o aprenden y dejan de fastidiar al prójimo o son sustituidos por otros más de fiar, en definitiva, de que más pronto que tarde, como Chaplin, estrenaremos una nueva, divertida y distinta película.