En política de vivienda, el Ayuntamiento que preside Carmen Bayod está cosechando un cero patatero, prácticamente, desde que comenzó el mandado de la actual Corporación, y no se debe solo al pasotismo con el que el Concejal ‘Caduqueitor’ está llevando a cabo la delegación de Urbanismo y Vivienda que en su día le asignó la propia alcaldesa, eso sí, después de dos intentos fallidos, sino por la ausencia en el discurso político de todo el PP a nivel municipal de una clara referencia a cual es, o en qué dirección les gustaría que fuera, al menos, la política de vivienda que pretenden aplicar en la ciudad.
Más allá de caducar sectores de desarrollo urbanístico en la ciudad, como si hubiera cola en la puerta de la Gerencia de Urbanismo para hacerse cargo de los mismos, de ahí el apelativo cariñoso que se ha ganado a pulso el concejal, más allá de amagar y no dar con el anunciado desmantelamiento de Urvial y del Instituto Municipal de la Vivienda, o más allá de dejar más solos que la una a los vecinos de Santa Teresa y su Área de Rehabilitación Integral, de la que después de casi tres años de gobierno solo debe quedar, por ahí perdido en algún rincón, el cartel anunciador de algo que era, pero que nunca llegó a ser, y que como se puede comprender, no son precisamente modelos de buenas prácticas en vivienda de los que presumir en los balances anuales o en las reuniones del partido.
Pero más allá de todo eso, lo que la ciudadanía echa realmente en falta es una acción decidida a favor de aquellas familias que en estos momentos de angustia y zozobra más requieren del apoyo de las administraciones, porque una cosa es el discurso oficial, ese de que ya estamos remontando, ese de que ya se ve la luz al final del túnel, o ese de que lo peor ya ha pasado, y otra es la realidad cotidiana de la familia que tan solo ingresa 426 € al mes procedentes de la ayuda familiar para desempleados y con los que tiene que hacer frente al pago del alquiler de su vivienda, al pago de los recibos que nos deja el cartero en el buzón y los gastos de la manutención y vestido de la familia. ¡Casi ná!, que diría el castizo.
Y no será porque desde la oposición no se le haya mostrado el camino a seguir vía mociones presentadas y debatidas en el Pleno municipal y que siempre han corrido el mismo camino, el del NO, porque no toca, el del NO, porque son imprecisas, el del NO, porque se está pensando en otra acción diferente, pero que persigue el mismo fin, y el del NO, porque como viene de los socialistas hay que decir que NO y cuando más alto y más fuerte se diga, pues mejor, y si de paso se hace referencia a la “herencia recibida”, pues miel sobre hojuelas, porque así se van sumando puntos para repetir en la próxima candidatura municipal.
Cuando se despacha sin más la propuesta de que el Ayuntamiento, con cargo al superávit del que dispone, ayude a las familias con menores ingresos a hacer frente a los gastos que le puedan ocasionar pasar la Inspección Técnica de su Vivienda, cuando se deja sobre la mesa para mejor estudio, que es la forma eufemística que se utiliza para tirar a la papelera algo sin decirlo, el compromiso municipal de no desahuciar a ningún inquilino de ninguna vivienda de propiedad municipal por impago del alquiler, siempre y cuando los ingresos familiares están bajo mínimos, por decir algo suave, cuando se opta por no prestar asesoramiento legal, a quien teniendo una hipoteca con cláusula suelo, no puede gastarse el lujo de hacer frente los honorarios de un profesional que defienda sus intereses frente a la todopoderosa banca y su legión de abogados (esto último ocurrirá esta semana, verás querido lector que poco me equivoco, y si por algún casual se aceptase nuestra propuesta en el Pleno del jueves, vaya de antemano mi agradecimiento y mis disculpas por ser mal pensado, aunque mucho me temo que poco tendremos que agradecer y me ahorraré las disculpas porque habré dado en el clavo, y es que es muy malo conocerse), cuando se utilizan los fondos de Urvial para repartir dividendos al Ayuntamiento (dos millones cuatrocientos mil euros este año), en vez de para adquirir solares donde construir, o comprar directamente viviendas para después alquilarlas a un precio “social”, a quien no pueda pagar un alquiler de mercado, y cuando la promoción de viviendas con algún grado de protección nuestra ciudad, es solo un vago recuerdo de otras épocas y de otros gobiernos, es cuando puedo afirmar sin temor a equivocarme que la Alcaldesa de Albacete, Doña Carmen Bayod, en política de vivienda, cero patatero.
Se podrá presumir de superávit, aunque se deba desde el primero hasta el último euro, se podrá presumir de haber saldado la deuda con los proveedores, eso sí, a costa de haber aumentado la deuda con los bancos y no solo en la misma cantidad, sino en bastante más, pero de lo que no podrá presumir la Sra. Bayod es de política de vivienda y por extensión de política social, que en los tiempos que corren una cosa va ligada con la otra, y es que esta derecha que nos gobierna siempre tiende a olvidarse de los mismos, de los que menos tienen, de los que menos ruido hacen y de los que más necesitan de la solidaridad del resto de la ciudadanía, a través de un reparto equilibrado de los recursos que disponen las Administraciones, que en buena lógica deberían ser para los que más lo necesitan, pero ni por esas, y es que esta derecha que nos gobierna no solo es dura de mollera, también lo es de oído y me temo que de corazón, a la vista de lo que hacen, un día sí y otro también.
Y mientras nos preparábamos para disfrutar de lo que luego fue una nueva victoria del Alba, este vez en tierras cordobesas, desgraciadamente quien nos ablandó el corazón a todos fue Adolfo Suárez.
El que fuera primer presidente de la democracia moderna española nos dejo con la llegada de la primavera, su organismo, su corazón dijo basta, aunque su cerebro llevaba mucho tiempo en otra dimensión. Súarez nos ha dejado siendo mucho más querido y admirado hoy, que ayer, y sin duda alguna será recordado como una de las figuras claves de la transición, esa transición de la que todos podemos sentirnos orgullosos, pero que fue obra de unos cuantos y entre ellos de Adolfo Súarez, aunque el artífice, por esas cosas terribles que a veces te da la vida, se fuera sin recordarlo. Descanse en paz.