Francisco Granados, hasta hace unos días diputado de la Asamblea de Madrid y senador del Reino de España por designación autonómica, puso el prefijo ‘ex’ a esos dos últimos cargos que desempeñaba, tan solo unas horas después de publicarse que había mantenido abierta una cuenta, como no, en Suiza, en la que, al parecer, llego a acumular la nada despreciable cifra de 1,5 millones de euros.
Ahora, en su currículo, lo único que no tiene el ‘ex’ delante es el cargo orgánico que ocupa en su partido, a saber: Presidente del Partido Popular de su pueblo, todos los demás, el de concejal, alcalde, consejero de Transportes y de Presidencia, Justicia e Interior de la Comunidad de Madrid, además de secretario general del PP madrileño, han pasado a ser historia para este personaje, calificado por un alto directivo de la constructora DICO como “el tío más sucio del mundo”.Todo ello, después de denunciar haber pagado comisiones millonarias a varios alcaldes de la zona.
Dice el colega que dimite porque no tiene necesidad de aguantar toda la presión desmesurada que está sufriendo desde que se supo que los ahorros de toda la vida no los tenía en la Caja de Ahorros de Valdemoro, sino en la sucursal Suiza del Banco Francés BNP Paribas, que además de molar mucho más, es lo que se lleva entre los alumnos más aventajados del pobre tío Luis, pero también dice que dimite porque se aburre, el hombre se aburre de ir solo a la Asamblea de Madrid y al Palacio de la Plaza de la Marina Española a pulsar de vez en cuando el botón del voto, y sumarse, obediente donde los haya, a lo que le dicten sus compañeros de Partido, aquellos y aquellas a los que sí parece que les interesa lo que hacen y se toman en serio la representación ciudadana que ostentan, y es que utilizar el dedo índice (supongo) para darle al botón de votar de uvas a peras, no es lo mismo que presidir la Comisión que investigó (no vale reírse) el ‘tamayazo’ del año 2003, o que intentar defenderse, seis años después, de las acusaciones de espionaje a sus propios compañeros de partido que pesaban sobre la Consejería de Interior que presidía el amigo Granados, sin duda esto era mucho más divertido.
Pero claro, Esperanza puso los ojos de la sucesión en Ignacio González y Granados se quedó compuesto y sin Presidencia. Por cierto, que a la madrileña que trabaja para una empresa de cazatalentos catalana, es ya el tercer ‘talento’ que le sale rana, después de López Viejo y Martín Vasco, pero eso, a Espe, le da igual, a fin de cuentas ella presume de haber destapado la trama Gürtell (tampoco aquí vale reírse)
El caso es que Granados se abrió una cuenta en Suiza cuando era concejal de su pueblo, la mantuvo mientras que fue alcalde de Valdemoro, consejero de la Comunidad de Madrid, secretario general del PP madrileño, diputado regional y senador, cuenta, que al decir de la Justicia suiza seguía viva y operativa en las Navidades pasadas y dando pingües beneficios, supongo yo, que sino para que quiere uno tener una cuenta en Suiza, además de para ocultar la pasta a Montoro, que vaya éxito que ha tenido el hombre con la tan cacareada amnistía fiscal, que ni sus propios compañeros de partido le han hecho caso, porque esa es otra, dice el prenda de Granados que no se acuerda si tributó por ese dinero o no.
Y es que la actividad pública del tertuliano de los lunes en Gente de Madrid, que para eso ha quedado el de Valdemoro, ha estado salpicada por múltiples incidentes más o menos inconfesables, por decir algo suave, y que van desde denuncias ante la Fiscalía Anticorrupción por irregularidades en campañas electorales, compra ventas oscuras de chalets en Marbella, incendio en su propio garaje del vehículo que utilizaba su esposa, pero que resulto estar a nombre de una constructora local, habitual contratista del Ayuntamiento, hasta no haber podido acreditar el pago del suelo donde se construyó una casa de lujo de 1.000 m2, sobre seis parcelas donde al Plan General permitía la construcción de otras tantas viviendas de 261 m2, curiosamente la propietaria del suelo y constructora de la mansión era la misma empresa propietaria del coche incendiado de su mujer, pasando, ¡Cómo no!, por el Caso Gürtel, ya que fue acusado por José Luis Peñas y Juan José Moreno de ser uno de los cargos públicos que presionaban al alcalde de Majadahonda para que amañara una venta de suelo público. Eso es currículum, y lo demás son tonterías.
Con semejante ritmo de vida, no me extraña que el pobre Paco terminase aburriéndose como una mona en el Senado y que se olvidara, en su día, de declarar ante el fisco la existencia de la dichosa cuenta, ni tampoco me extraña que haya terminado por dimitir, no por dignidad, ni porque al decir de la cazatalentos esté mal que los políticos tengamos cuentas en Suiza sin declarar, ni nada por el estilo, sino por salir del aburrimiento y volver a su antiguo trabajo para poder sentir por todo su cuerpo el correr de la sangre, y no solo por el dedo índice, el de votar, y si en su antiguo banco no hay curro o ya no necesitan tantos yuppies agresivos como antes, pues siempre lo podrán colocar sus colegas de partido que se han pasado ‘al lado oscuro’ en alguna empresa sanitaria que gestione servicios públicos privatizados por ellos mismos.
Los que no se aburrieron fueron los gaditanos y albaceteños, más aquellos que esos, lógicamente, que acudieron al Carranza a presenciar el repaso que nos dio el Cádiz, un repaso que escuece y que nos aleja un poco más de La Hoya de Lorca, un equipo al que hasta ahora cuesta encontrarle su talón de Aquilies. Lo bueno del fútbol es que tanto las alegrías como las penas se pueden olvidar en tan solo siete días.
Y colorín colorado, la historia política de Granados se ha acabado, eso sí con una despedida que tiene mucho de aviso a navegantes ante una eventual expulsión de su partido: “El que me busque me encontrará”, ¡Toma ya poderío!, y es que los del Atleti son así. Pero el caso es que ha dado resultado, el PP ha desistido rápidamente de abrir ningún expediente de expulsión. Mejor no meneallo que dijo aquel.