Tengo que personalizar el fondo de mi perfil de Facebook. Tengo que comprobar si te estoy siguiendo en Twitter. Tengo que descargar el WhatsApp a mi Nokia Nseries. Tengo que colgar unas fotos nuevas y etiquetar convenientemente algunas ya colgadas. Tengo que escribir en mi muro aquella reflexión sobre … ¿sobre qué era?.
Dios, que obligaciones tenemos, cuanto estrés. Ya no utilizamos el teléfono para llamar a otro teléfono y esperar a que hubiera alguien cerca que oyera el ring, ring, ring y descolgara, ahora llamamos a una persona que se encuentra, siempre, al otro lado del móvil y de la que tan solo nos separa nuestros propios pabellones auditivos.
No comprendo todavía como he pasado mi infancia, mi adolescencia y parte de mi vida adulta sin teléfono móvil. No comprendo todavía como he pasado mi infancia, mi adolescencia y parte de mi vida adulta sin contestar los e-mail desde cualquier sitio y a cualquier hora, vamos, casi a vuelta de correo.
Por eso no comprendo a los actuales responsables de la Administración Regional cuando pedían, con excesiva insistencia, a los anteriores gestores que devolvieran los teléfonos móviles. Terminales que habían recibido de la compañía telefónica sin coste alguno para la Administración Regional. Al pedirle los teléfonos dejarían de tenerlos controlados y ya no podrían saber, en tiempo real, si el IBI de los Hospitales y Centros de Salud estaban o no pagados.
Y lo peor, sigo sin acordarme de la reflexión que debo colgar en mi muro.
Claro que si vives en Santa Ana, no se te ocurra comprar un teléfono móvil con 3G. El Ayuntamiento no dará licencia de obras a la empresa pública Telecom para instalar una antena de telefonía móvil que de cobertura a la población de Santa Ana, hasta que no se apruebe una modificación puntual del PGOU que todavía no ha iniciado. Mejor comprarse uno con 4 o 5G, lo digo por lo que tardan las modificaciones.
Tampoco nos tendremos que preocupar por saber, si el Centro Sociocultural de El Salobral dispondrá de red wifi. Por decisión municipal no habrá Centro. Una preocupación menos.
Como me temía, pasaron las 48 horas dadas de límite por el Concejal de Hacienda a la compañía Iberdrola para restituir el servicio eléctrico a la biblioteca y a los polideportivos, también pasaron por el desagüe más de un millón de litros de agua de las piscinas y apareció la solución mágica: alquilar tres generadores, para, posteriormente, alcanzar un acuerdo con Iberdrola, que era lo que se tenía que haber hecho desde un principio, porque ambas partes, Ayuntamiento y la compañía suministradora de energía, estaban obligadas a entenderse. Desde luego, para ese viaje no hacían falta muchas alforjas, ni tampoco mucha imaginación.
Y lo peor de todo es que sigo sin acordarme de esa reflexión que debo colgar en mi muro. Dios que estrés supone vivir la vida on-line.